Se me hace difícil hablar de él usando pocas palabras, su recorrido profesional es tan amplio que me quedaría corto tratando de definirlo en unas líneas. Recuerdo que la primera vez que lo vi fue a través de un vídeo en internet, en él estaba ejecutando la famosa rutina de la bolsa y el huevo, me quedé tan impresionado que me dediqué a buscar más de este mago, así hasta dar con sus libros, que son dos joyas que ya forman parte de mi biblioteca mágica.
Buenas tardes Joaquín,
Ya que no he podido definirte yo, te podrías definir a ti mismo, ¿quién es Joaquín Matas?
¡Hola! Soy un amante de la magia, quien además tiene la fortuna de poder ganarse la vida desde hace mucho tiempo con ella. Actúo principalmente en fiestas privadas y en eventos corporativos hace más de 20 años. En mi juventud trabajé en una empresa de productos químicos doce horas al día y soy consciente de la suerte y el privilegio que supone que mi hobby principal sea además mi profesión y fuente de ingresos. Me encanta hablar de magia, leerla, investigar, verla pero sobre todo interpretarla en público comunicándome e través de ésta. Resumiendo: soy un intérprete de la magia, con inclinación hacia el ilusionismo constructivista Ascaniano-Vernoniano y con ciertas licencias a la hora de modificar un efecto clásico cuando éste cae en mis manos.
He leído por ahí que te regalaron una caja de magia Borras de pequeño, ¿te pasó cómo a mí que ibas desapareciendo cada uno de los objetos y luego no lograbas encontrarlos?
En realidad nunca me regalaron el Magia Borrás. Se lo prestaron a mi hermano mayor (incompleto y faltándole muchas piezas) y ahí cogí las instrucciones y comencé a juguetear con él. Por aquella época mi hermano también me enseñó tres juegos de cartas: el de la aparición de cuatro ases de entre cuatro paquetes (pasa una carta de arriba abajo y reparte una carta aquí, otra aquí y otra aquí…), el Pim-Pam-Pum y una aparición de carta escogida que implicaba forzar una carta, llevarla secretamente arriba y realizar un rudimentario doble lift.
Más tarde, un amigo del colegio me prestó su Magia Borrás, una edición más moderna y además… ¡completa! Allí comencé a experimentar con aquel horroroso F.P. que traían estas cajas, siete tallas mayor que mi pulgar.
Milagrosamente, no perdí ningún objeto y de hecho empecé a acumular muchos otros (además de libros, infinidad de libros) a medida que la enfermedad de la magia se apoderaba de mí.
¿Cuándo dirías que fue el momento en el que pensaste que eso de la magia no se te daba mal y podías dedicarte profesionalmente a ello?
En un principio, al comenzar a aficionarme, no me planteé vivir de la magia del mismo modo que con catorce, quince años no me planteaba mínimamente mi futuro en ningún aspecto. Sólo quería aprender y aprender y absorber conocimientos. Quizá a los cuatro años de estar trabajando en aquella fábrica de la que hablé antes y con más de cinco años de afición, al ver que sólo me interesaba la magia, que allí donde la hacía gustaba y que el trabajo “me quitaba tiempo” comencé a plantearme que además de mi pasión podía llegar a ser un modus vivendi, pero de una forma muy progresiva y porque notaba que no quería hacer ninguna otra cosa que no fuese magia, más que pensar en ella como un medio para obtener dinero.
Siendo tu maestro de referencia, al que tuve la suerte de conocer en una conferencia en Gran Canaria ¿qué nos puedes decir de Gabi Pareras?
Tuve la inmensa suerte de que Gabi, antes de que yo entablase relación con otros ilusionistas, fue el primer mago que se sentó a la mesa conmigo y además de reventarme la cabeza se abrió enseñándome todo lo que sabía (que a sus 25 años era muchísimo). Yo llevaba un año de aficionado y no había visto nunca hacer un salto, un enfile o un falso depósito en vivo. Imagínate presenciar todo eso en directo con 15 años y que a continuación te cuente todo lo que le preguntes sin reservas. Gabi fue tremendamente generoso conmigo y eso en una época en la que el secretismo era la tónica general. Siempre le estaré agradecido por cómo se abrió cuando yo no tenía nada que ofrecerle a cambio, aunque esa generosidad siempre la ha tenido con cualquiera que se ha acercado a él con interés por escucharle y aprender.
Ya entonces era un tipo inconformista e insatisfecho con la magia que él mismo hacía (que te aseguro que eran maravillas) y buscaba profundizar y no quedarse en el “truco”, lo que años después derivaría en su personal concepción técnica, filosófica y ficcional de la magia.
Después de dos encuentros puntuales pasé un año sin verlo y tras ese tiempo, junto a Ricardo Vizcarra retomamos el contacto, con todos nuestros encuentros girando en torno a la figura de Arturo de Ascanio. Fue una época preciosa en la que, aunque Gabi nos llevaba ventaja por años y por profundidad mágica, compartíamos juegos, leíamos los mismos textos y debatíamos horas y horas, creciendo juntos y empapándonos de Ascanio, viajando a Madrid a casa del Maestro cuando podíamos y pasando horas y horas hasta la madrugada junto a Tamariz, cada vez que venía a Barcelona para actuar en el Llantiol. Esa común obsesión por la magia, por Ascanio y ese compartir y descubrir juntos sin duda nos unió de por vida.
Gabi siempre se ha mantenido fiel a si mismo y sin duda es el mago que más ha influido en mi magia. No sólo lo considero mi maestro sino también uno de los mejores amigos que tengo. Para mí es como un hermano mayor y aunque pasemos meses sin vernos, cuando lo hacemos parece que el tiempo no ha pasado.
Viéndote actuar, tenía que hacerte esta pregunta ¿Ves a la claridad y a la limpieza como piezas fundamentales en la magia?
Sin duda. Creo que cuanto más claro sea un efecto, mayor será el impacto que éste generará en la mente del espectador. Esto se consigue con una idea precisa de lo que se quiere transmitir, con una buena construcción, un método elegante y una cobertura ajustada, para que el observador tenga la sensación de no estar perdiéndose nada. La limpieza en la ejecución también ayuda a crear la sensación de que el mago “no hace nada” y por lo tanto a lograr la tan anhelada “atmósfera mágica” que el maestro Ascanio propugnaba. La famosa frase de Vernon “La confusión no es magia” debería formar parte de nuestro “manual de buenas prácticas” a la hora de plantearnos presentar cualquier juego ante público. No obstante, con los años me he vuelto menos radical en mis afirmaciones y reconozco que en una sesión de magia hay cabida para todo tipo de sensaciones y emociones y a veces (aún y cuando no es mi estilo), generar en algún momento “pollo”, desconcierto y confusión durante la presentación de un juego, puede resultar divertido y hasta recomendable, aunque siempre procurando que tras el clímax, el espectador pueda rebobinar mentalmente y hacerse una idea clara del efecto que ha presenciado.
¿Y qué me dices de la sencillez? ¿Nos complicamos los magos a la hora de montar una rutina?
Pienso que la sencillez ha de ser externa aún y cuando ello implique una mayor complejidad interna. Forzar una carta y sacar la duplicada del bolsillo es sencillo, pero creo que si pides a alguien que nombre una carta con total libertad y a continuación la extraes del interior de tu chaqueta, aún y cuando ello implique haber memorizado una baraja mnemónica, haber localizado la carta, empalmarla de forma insospechada y llevarla secretamente al bolsillo en la acción de ir a buscarla, si todas las acciones se llevan a cabo con limpieza será en apariencia tan sencillo y potente como el primer método aún y cuando la complejidad interna sea mayor.
A la hora de abordar un efecto me puedo plantear muchas cosas: que sea práctico, que aguante bien los ángulos, que sea sencillo de entender… pero que sea “fácil” para mí no es un punto a tener en cuenta. Evidentemente el mago ha de transmitir confianza y la sensación de no hacer nada, sin “telegrafiar” que está haciendo trampas, pero lograrlo ya es trabajo suyo aún y cuando ello implique años y años de ensayos.
Lo que a veces sucede es que se da el caso contrario: El mago disfruta recreándose en el método, se revuelve en el lodo con empalmes, transferencias, dobles y revoloteos imposibles y resulta que éstos no están ajustados al efecto, cuando no lo hacen más confuso. Entonces ahí si hay que pararse a pensar y buscar una sencillez externa, quitando lo que no aporta o aquello que enturbia la percepción global de lo que se quiere transmitir.
Eres un mago que siempre está estudiando, leyendo, rescatando libros antiguos y trayéndolos de nuevo a la vida. ¿En qué estás enfrascado últimamente?
Desde hace unos meses estoy estudiando el libro de Johann Mieg “El brujo en sociedad”, que adquirí por su rutina de cubiletes pero que está lleno de magia maravillosa, sobre todo la parte de cartomagia.
Y hablando de libros, ¿qué libros dirías que fueron los que asentaron tus bases como ilusionista?
El primero fue “El gran libro de la magia y la prestidigitación” de Patrick Page, que compré siendo un profano total y que fue el que me inició en los cubiletes, la cuerda rota, la ordenación ‘Si Stebbins’ (“Trecopidia” la llamaba entonces) y en muchos principios que por aquel entonces me resultaban difíciles de asimilar. Poco después encontré en la biblioteca de mi pueblo “El libro del ilusionista aficionado” de A. Florensa y R. Remartínez, una obra maravillosa que alquilé una y otra vez hasta casi sabérmela de memoria.
Marcaron un antes y un después sin duda los escritos de Arturo de Ascanio. Hablo de la época en la que no existían los libros que escribió y compiló Jesús Etcheverry para Editorial Páginas. “La magia de Ascanio vol. 1 y 2” era un librito en canutillo al que poco después se le añadirían los tomos del 3 al 6 y por supuesto “Navajas y daltonismo”. Textos que me hicieron obsesionarme con la figura de Ascanio, las acciones en tránsito, los paréntesis de olvido y anti-contraste, la acentuación de la situación inicial y que me hermanaron con Gabi Pareras y con Ricardo Vizcarra.
También “La vía mágica”, “Los cinco puntos mágicos”, “Moneda, monedas… y monedas” y “Sonata” de Juan Tamariz marcaron mis inicios. “The Dai Vernon book of Magic”, “The Magic of Slydini”, “Magia de cerca” de Lewis Ganson y el “Stars of Magic” fueron fundamentales aún y cuando estos libros me quedaban grandes para el poco tiempo que llevaba y me obligaron a aprender inglés en una época en la que no pasaba del “I am, you are, he is”.
Y por supuesto los volúmenes 1 y 2 de “52 amantes”. El gran legado que Pepe Carroll nos dejó y que marcó mi repertorio de magia de cerca y un gusto hacia un determinado tipo de Cartomagia cuando todavía me hallaba asimilando la carta corrida.
Te he visto haciendo juegos con cuerdas, monedas, cartas, pero ¿con qué elemento estás más cómodo?
Quizá con la baraja, no sólo por comodidad sino por versatilidad. Sin embargo me encantan los cubiletes y todos los elementos que has mencionado y no podría quedarme sólo con uno. Las monedas de mano a mano las llevo siempre conmigo y la rutina de cuerda de Tabary me acompaña al inicio de todos mis shows, ya que no sólo estoy comodísimo con ella sino que me ayuda a tomar la medida de mi público y me sirve como tarjeta de presentación, sentando las bases del tipo de magia que mis espectadores van a presenciar.
¿Algún consejo para aquellos que sienten que no avanzan en su aprendizaje?
Rodearse de buenos colegas magos, que quizá les ofrezcan un enfoque diferente a la hora de abordar un efecto. También intentar cerrar etapas sin dejar demasiados frentes abiertos. Un fallo por así decirlo que observo en la gente que empieza hoy día es que, al vivir en la época de la sobreinformación y de la inmediatez, intentamos tenerlo todo ya y ahora. Y la magia lleva tiempo, esfuerzo y dedicación. No tener prisa. Con constancia, con dedicación y con amigos críticos que sepan aconsejarte, los resultados acaban llegando. Márcate objetivos más pequeños y una vez alcanzados pasa al siguiente nivel.
Tengo una esperanza ¿Habrá un tercer volumen de a fuego lento?
De momento no. Tengo material sin publicar y sin duda me quedaron cosas por contar, pero el proceso de escritura de esos dos libros fue lento y tortuoso. Ahora mismo me apetece pasar tiempo con mi familia, actuar y actuar. Quizá de aquí a unos años me plantee volver a escribir pero no por ahora ¡Si además me he tirado dos meses para escribir las respuestas a las preguntas que me has mandado!
¿Cuál es el último proyecto en el que estás embarcado?
Estoy preparando un número para el Congreso Nacional de Murcia, que aunque no lo haré por primera vez sí está mucho más trabajado y elaborado que cuando lo presenté por última vez ante los magos. Es un acto muy Sui Generis hecho por encargo que me hace mucha ilusión preparar… y hasta aquí puedo contar.
Quisiera terminar con una de las preguntas que me hago siguiendo tus redes sociales, ¿de dónde sacas la energía para ir a tantos sitios?
Pues fíjate que no me considero ni mucho menos de los magos que más energía ponen en su trayectoria profesional. Cuando veo a tipos como Dani Daortiz o Woody Aragón que siempre están viajando arriba y abajo y embarcados en mil proyectos me flipa. Yo estoy bastante cómodo en mi “Zona de confort” (que se jodan los Coaches!) haciendo mis cenas de empresa, mis shows familiares y mis actuaciones aquí y allá. El hecho de poner toda la carne en el asador cuando actúo y el tratar que el cliente quede satisfecho creo que es lo menos que se le puede exigir a un mago profesional o que pretenda serlo. Me siento un privilegiado ganándome la vida con lo que me gusta y supongo que eso hace que “aflore” esa energía de la que hablas. Como dije al inicio, trabajaba en una fábrica doce horas de lunes a viernes y esa mentalidad de clase obrera hace que me sienta un afortunado cada vez que me llaman para actuar y encima me pagan por ello. A veces toca “comer mierda” o memorizar datos sobre una compañía para soltarlos durante un show pero comparado con embotellar lejía y cargar palés te aseguro que es un lujo.
Muchas gracias Joaquín por visitarnos en este mágico rincón de la red
Para saber más de Joaquin Matas, pueden seguirlo a través de sus redes sociales
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